Recordemos hoy nuestra primera experiencia Erasmus+ del Colegio
Concha Espina . Empezó en noviembre de 2019 con la movilidad de Ana Mañes, para
realizar en Praga un curso sobre mejora en el uso de las T.I.C. en el aula.
En palabras de Ana:
"Ser la primera docente del colegio en
realizar la actividad del proyecto Erasmus + me resultaba un poco inquietante,
por el hecho de no tener ninguna referencia ni ningún protocolo preestablecido,
no había camino, había que hacerlo al andar. Pero a la vez me permitió cierto
grado de libertad a la hora de comunicar y difundir mi experiencia.
En este pequeño reporte me gustaría
daros unas pinceladas de mi estancia,
tanto a nivel académico, como cultural y social.
Como ya he comentado, el objeto de la
formación que escogí era la utilización de Tecnologías de la Información y la
Comunicación (T.I.C.) en el aula. De este modo, a grandes rasgos os resumo que he
podido aprender a utilizar diferentes aplicaciones de creación de pósteres, he
conocido nuevas fuentes en internet de recursos didácticos, así como diferentes
herramientas para su tratamiento, he aprendido a crear atractivas
presentaciones dinámicas con “prezi”, he descubierto el diseño de páginas web
en la aplicación “weebly”, he experimentado, incluso ya con mis alumnos, el
trabajo con cuestionarios en “quizizz”, nuevos entornos de programación
diferentes a “scratch”, como “code.org”. Además, en el curso aprendimos sobre
salud, tanto física, como mental en relación con el uso de las tecnologías. Y como argumento vertebral de la formación
vimos la importancia de las habilidades tecnológicas, en tanto que siempre, a
lo largo de la historia, han supuesto un activo personal que ha distinguido a
aquel que lo poseía, confiriéndole aptitudes valiosas y ventajosas, para su vida
personal, académica y laboral.
Viajar siempre te aporta cultura. No
conocía Praga y me ha deslumbrado. Pasear cada tarde después de las clases por
el centro de la ciudad, a escasos veinte minutos de la academia, ha sido un
placer, incluso bajo la lluvia. Praga tiene mucho para ver y disfrutar, desde
su torre del ayuntamiento, icónica imagen con el reloj astronómico más antiguo
de Europa, hasta el puente de Carlos, el castillo, la catedral, las sinagogas,
la torre danzante… Paro como todo esto ya lo podéis leer en cualquier guía de
viajes, sólo os voy a dar mi impresión personal: ciudad majestuosa, tranquila,
cómoda al visitante, muy asequible en precio, limpia, segura y con una historia
que contar, de la que lo que más me ha quedado en la mente es su reciente “Revolución
de terciopelo”. Se trata de una rebelión pacífica en la que, la entonces
Checoslovaquia, abandonó el régimen comunista tras 45 años. Justo se
celebraban 30 años de este evento durante mi estancia, con una multitudinaria
manifestación de recuerdo. Había llaves
dibujadas por todas partes. Y es que en la mencionada revolución, los
manifestantes hicieron sonar los manojos de llaves de sus casas, simbolizando
la deseada apertura de puertas y el mensaje al régimen comunista de que era
hora de irse a casa.
Encontrarte con personas de otros
países con otras formas de trabajar, con otras ideas, con otras costumbres,
pero todas con el objetivo común de aprender, mejorar habilidades, conocer
gente nueva y entablar nuevas amistades es muy grande. Y esto lo hace posible
el Proyecto Erasmus+. En mi grupo éramos españoles, griegos, chipriotas,
italianos, alemanas y rumanas, docentes tanto de educación infantil como de
primaria y secundaria, todos ellos muy agradables y con ganas de abrirse al mundo y aprender. Con ellos he compartido
comidas, visitas culturales y académicas, trabajo y actividades. Esta
experiencia me recuerda (porque ya lo sabía) que es nuestra obligación, como
personas y como europeos, no dejar nunca de aprender idiomas (inglés, francés,
alemán,… me da igual, todos te posibilitarán comunicarte con alguien, lo que te
vendrá bien en algún momento de tu vida). Y me refresca la idea (porque también
lo sabía), de que la mejor vacuna contra el rechazo o el miedo a lo extranjero
es viajar, aprender, conocer gente, que te cuenten su vida (y contarles tú la
tuya), en definitiva, desenvolverse un poquito lejos de casa y de tu ciudad
habitual para ver la vida desde otro enfoque.
Tenemos la suerte de vivir en un
continente pacífico, cómodo, inmensamente rico en cultura y naturaleza, lleno
de tecnología y facilidades. Disfrutémoslo y transmitamos nuestro entusiasmo a
los que nos rodean. Erasmus+ nos lo ha recordado. No lo olvidemos."
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